En enero comienza de nuevo el ciclo en las granjas
Enero no es solo el inicio de un nuevo año: en el campo, es volver a empezar de verdad.
Mientras muchos aún despiden las fiestas, en las granjas el ciclo se renueva en silencio, como lo ha hecho siempre, siguiendo el ritmo paciente de la naturaleza.
Con el invierno asentado, comienza una etapa de cuidado constante. Los animales requieren atención diaria, alimento equilibrado, refugio y tiempo. No hay atajos: cada jornada cuenta, cada gesto suma. Es un trabajo hecho de constancia, de madrugadas frías y de manos que conocen el oficio. El campo no promete resultados inmediatos, pero sí recompensa a quien respeta sus tiempos.
Ese nuevo ciclo no se ve de golpe, pero se siente. Está en la tierra que descansa para volver a dar, en el ganado que crece fuerte gracias al cuidado, en la esperanza tranquila de quien sabe que todo proceso necesita paciencia. Es un comienzo que no hace ruido, pero sostiene todo lo que vendrá después.
Enero nos recuerda que el futuro no se improvisa: se cultiva. Se construye con ciclos que se repiten, con trabajo honesto y con respeto por lo natural.
Y cuando ese esfuerzo tiene su recompensa, entendemos que cada comienzo en el campo, en la granja o en la vida, vale la pena.
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