¿Qué aspectos se tienen en cuenta a la hora de elegir la vaca más “guapa”?
En Galicia, una vaca es considerada realmente excepcional cuando destaca en varios aspectos clave que combinan genética, morfología, salud y productividad. Para empezar, se valora mucho que pertenezca a una raza reconocida y esté inscrita en el libro genealógico, ya sea Rubia Galega en carne o Frisona en leche. La pureza genética y la calidad de sus antepasados son fundamentales para garantizar que el animal mantenga las características propias de su raza.
También se tiene muy en cuenta su morfología: una vaca con buen aplomo, patas fuertes, dorso sólido y proporciones equilibradas demuestra funcionalidad y longevidad. En el caso de las vacas de leche, la calidad, forma y simetría de la ubre son decisivas, mientras que en las razas cárnicas se busca un buen desarrollo muscular y una estructura armoniosa.
La producción es otro factor esencial. En las frisonas se valora la cantidad y calidad de la leche —contenido en grasa, proteína y salud de la ubre—, mientras que en la Rubia Galega se premia la capacidad de crecimiento, la calidad de la carne y el rendimiento de los terneros. A esto se suma su fertilidad, su facilidad de parto y su estado sanitario general, aspectos que determinan si el animal es realmente eficiente y rentable.
Además, el temperamento también cuenta: una vaca dócil, fácil de manejar y con buen comportamiento en pista tiene ventaja en concursos y ferias ganaderas. Y por último, su descendencia puede elevar aún más su valor. Una vaca cuyos hijos también destacan en producción o morfología demuestra un alto valor genético.
Por todo eso, en Galicia la “mejor vaca” no es solo bonita o productiva: es un conjunto equilibrado de genética, funcionalidad, salud, carácter y resultados, tanto propios como de su linaje.
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