
Tormentas de verano: un enemigo silencioso para el campo
Las tormentas de verano no solo refrescan el ambiente… también pueden convertirse en una amenaza devastadora para los cultivos. En cuestión de minutos, lluvias torrenciales, granizo o vientos fuertes pueden arruinar el trabajo de meses y poner en jaque la economía agraria.
Principales consecuencias en los cultivos:
Daños directos
- Granizo que rompe hojas, tallos y frutos
- Lluvias intensas que provocan encharcamientos y asfixia radicular
- Viento fuerte que tumba plantas, invernaderos o estructuras de riego
Proliferación de enfermedades
La humedad prolongada favorece hongos como mildiu, botritis o fusarium, que se propagan rápidamente tras las tormentas.
Pérdidas de producción y calidad
Incluso si no se pierde todo el cultivo, la calidad baja y con ella el precio de venta, afectando la rentabilidad.
¿Cuánto suponen las pérdidas?
Según datos de Agroseguro y organizaciones agrarias:
- Las tormentas estivales causan pérdidas anuales de entre 150 y 300 millones de euros en España.
- Cultivos más afectados: viñedo, frutales, cereales, hortalizas y olivo.
- Un solo episodio de granizo puede arruinar el 100% de la producción en una finca no asegurada.
¿Qué se puede hacer?
Contratar un seguro agrario
Es la herramienta más eficaz para protegerse frente a fenómenos extremos. Aunque no evita el daño, sí garantiza una compensación para continuar la actividad.
Medidas preventivas
- Redes antigranizo en cultivos sensibles
- Buen drenaje y manejo del suelo
- Sistemas de alerta meteorológica para actuar a tiempo
Las tormentas de verano son cada vez más frecuentes y destructivas. No se pueden evitar, pero sí gestionar sus efectos. Prevenir, asegurar y adaptar la producción al cambio climático es clave para proteger el futuro del campo.
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