Y Galicia ardió.

Y Galicia ardió…

En 72 horas ardió tanto en Galicia como en todo el año 2016, lo que supone más de 20.000 hectáreas y además murieron cuatro personas.

Siempre se habla de las medidas que se deben tomar para que en la próxima ola de fuegos tengan menos consecuencias, pero al final no se hace nada y sólo nos echamos las manos a la cabeza cuando vemos las consecuencias de los incendios.

Todos sabemos que el monte arde porque hay incendiarios, la Xunta tiene catalogadas 73 parroquias de alta actividad incendiaria en las que se registraron millares de fuegos en los últimos cinco años ¿cómo es posible?.

Es primordial dar caza a los incendiarios, la presión sobre estos individuos debe ser total, de forma que no encuentre ningún tipo de aliado que les permita quemar una sola hoja.

La legislación autonómica establece la obligación de mantener zonas defensivas sin matorral y sin arbolado en torno a los núcleos de población y las viviendas, pero el control sobre esto es escaso y los propietarios forestales que asumen la normativa son pocos.

Hace pocos meses en un post comentamos lo que dice la normativa autonómica:

La prevención de fuegos obliga a mantener las zonas perimetrales del monte despejadas de matorral y arbolado.

Sin duda, todos tenemos que concienciarnos de lo importante que es proteger el monte, que las personas a las que les corresponda tomen las medidas de prevención adecuadas antes de que sea demasiado tarde, y que esperar a la lluvia que sólo sea un hecho anecdótico.

Pero Galicia, volverá a ser verde en primavera, azul en verano y blanca de nieve en invierno, los montes volverán a crecer y con ellos de nuevo surgirá la vida, que hace de Galicia un lugar único.

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